viernes, 7 de mayo de 2010

La risa tonta

Ayer hablaba de los castañazos que me he dado montando en bici (atentos a otro que me di cuando, desde una pequeña colinita, vi un enorme cardo borriquero que se doblaba hacia el camino por el cual tenia que pasar yo. No se me ocurrió mejor cosa que poner la marcha dura, bajar a toda pastilla la cuesta e intentar patear la cabeza del cardo como si fuera un jugador de rugby. La hostia que me dí al levantar la pierna izquierda fué de órdago, las gafas por un lado, la bici por otro, yo tirado en la cuneta...menos mal que no me vió nadie).

Al hilo de este asunto me acordé de una historia que nos paso a unos amigos y a mi hace bastantes años. Si la chica que se llevó la peor parte lee esto de manera casual, le pido disculpas por contar las risas que pasamos a sus espaldas, pero es lo que tienen las caidas...
Estabamos en la calle un grupo de chicos y chicas, jugando a "Verdad, beso o atrevimiento" (ayyy, que recuerdos me traen esos juegos de la infancia...). A una de las chicas, que se ve que no le apetecía darnos un beso ni confesar algun secreto o vicio, eligió atrevimiento. La prueba que debía pasar era irse con la bicicleta al cementerio con dos amigos mios. Lo de ir al cementerio se dijo porque estaba a un buen paseo, no porque fuera a dar miedo ni nada de eso (serían las 6 de la tarde). Ella aceptó y se fue a casa a por la bici. Regreso con su flamante "Motoretta" y alla que se fueron los tres al cementerio.

Al cabo de un rato vuelven, despacio, con las caras largas hasta el suelo, y la chica llorando con la mano puesta en la boca. Se va corriendo a casa de una amiga, y nada más doblar la esquina, mis amigos estallan a carcajadas: bajando una cuesta, se le había metido un alambre o una rama entre los radios de la bici y se había ido al suelo, cayendo de cabeza contra el asfalto. Resultado, los dos paletos (o paletas) rotos de cuajo, sangre a raudales y estoy seguro que un dolor insoportable (en golpes en los dientes soy un experto, ya os contaré).

Vuelve la chica (pobrecita) y dice que se quiere ir a su casa, que alguien la acompañe. Yo me puse el peto de la cruz roja (a veces parece que lo he llevado debajo de la camisa) y me ofrecí a ir con ella y con otra chica, para que el trauma de llegar a casa fuera menor.

Su padre estaba en la cochera trasteando, y ella, si querer abrir la boca, le dice a su padre: -"bbabba, buadabbe da bbidci"-. Subimos a su casa y cuando la madre abre la puerta, la muchacha rompe a llorar desconsoladamente al mismo tiempo que abre la boca para enseñarle el desaguisado. A la pobre mujer casi le da un chungo al verlo. Se abrazan, se besan, la consuela un poco. La otra chica y yo, todos serios y responsables, escuchamos como le relata la historia y la madre, como no podía ser de otra manera, le echa una pequeña bronca. La madre elevando el tono de voz, la chica llorando a grito pelao, y en estas que entra el padre preguntando que que coño pasaba alli.

Y a mi me dió la risa. Es que soy de los que le da la risa en entierros, examenes importantes, medicos y demás situaciones. Y no puedo hacer nada por remediarlo, soy capaz de mearme encima. Risa floja constante, lagrimeo y convulsiones. La chica abre la boca al padre y este estalla en cólera...pero que yo creía que la mataba del cabreo que cogió: "pero madre míaaa, que vamos a hacer contigooo, esto no puede seeeer, bla, bla".

La pobre madre intercediendo para que se calmase, el padre que devoraba a la niña, ella pregunta que si le van a poder arreglar la boca y el padre dice que "por supuesto que no, que como te van a arreglar eso, que así se iba a quedar para siempre!!" Y vuelta al llanto desconsolado, y la madre diciendole al padre que no le dijera eso a la niña, y el padre colorao amenazando con comerse a la madre....y yo que me meaba de la risa. No podía parar, me tenía que agarrar la barriga. Me quise esconder detrás de una cortina, me puse a acariciar una lechuza disecada que tenían, le rascaba las patitas, el pico....y venga a reir.

Al fin se calmo la cosa, quedaron en que el lunes siguiente irian al dentista para ver como le arreglaban el estropicio y nada, le dieron un calmante y a descansar. Nosotros nos fuimos a casa, yo descojonándome por el camino. A la semana siguiente volvió a clase con unos flamantes dientes, duros y relucientes, como si nada hubiera pasado. Me imagino que lo recordará de vez en cuando, seguro que haciéndole menos gracia que a nosotros.

PD.: Si alguna vez lees esto, no te lo tomes a mal, son anécdotas de la vida!!

2 comentarios:

  1. Joerrrrrrrr pobre chica!!! ayss yo soy una maniatica de los dientes.. y si eso me pasa a mí, me da algo!! y si tengo algun amigo capullo que encima se rie en mi cara.... lo mato!!!!y le guardaría rencor PARA SIEMPRE!!!!.


    Besossssssssssssssssssss

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  2. Por problemas logisticos, no he podido comentar antes esta historia, la cual te iba a solicitar que contaras a raiz de la anterior.Los demás tambien sufrimos las consecuencias de dicho percance, ya sabes irritación de ojos, dolor de barriga... que por cierto nos duro por lo menos una semana como consecuencia de recordarlo.

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