sábado, 27 de agosto de 2011

Va por ti Adri


Ya desde bien pequeño fuiste todo lo trasto que yo nunca fui. Te llevaste todos los guantazos que yo hábilmente esquivaba por mi bondad y saber estar. Pero majo, es que hacías muchos méritos para ganarte regañinas, azotes, capones, tirones de oreja o zapatillazos en el culete, porque….

…rompiste tres cristales de los que cubrían la mesa antes de cumplir los 4 años!! (y hablamos de cristales de más de 1 metro de diámetro y unos cuantos kg. de peso!!

…tenías cierta habilidad por meter las cosas más insospechadas dentro de la olla con la leche recién comprada al lechero, como por ejemplo, un racimo de plátanos, las botas de agua llenas de barro, etc.

…dudoso de la fiabilidad de las calculadoras japonesas, decidiste hacerle una prueba de esfuerzo, te levantaste de la mesa, cogiste la calculadora de un cajón y la metiste, con toda la tranquilidad del mundo, en la jarra de agua.

…concienciado de que el mejor jabón para lavarse era el tradicional jabón de sosa, librabas una cruzada contra los geles y champús industriales vertiendo TODOS los botes que encontrabas en el baño por el desagüe de la bañera.

…tu sitio en el coche era justamente el situado entre los dos asientos delanteros, y la defensa que hacías de el era feroz. Creo que aún me duele el bocado que me pegaste en el brazo izquierdo al ver que yo había usurpado tu sitio (no me arrancaste el trozo de milagro).

…al más puro estilo de los visigodos, intentaste quitarme de en medio para poder ser declarado heredero universal de los bienes familiares. El plan era abrirme la cabeza con cualquier objeto contundente que encontraras a mano y que pudieras manejar con la fuerza propia de un crío de 5 años. El cenicero de bronce macizo con la efigie de Isabel la Católica fue un buen intento, pero insuficiente. El super-enchufe del brasero eléctrico, gordo como un puño, fue otro de tus métodos, lanzado a mi cabeza como si de un cowboy manejando el lazo se tratara, pero tampoco surtió efecto. El tercer intento con una baldosa de patio, de dos centímetros de grosor, fue tu último cartucho, que tampoco resulto eficiente. Era y sigo siendo Tauro y que te voy a decir, la cabeza la tengo más dura que el hormigón. Solo conseguiste hacerme tres brechas, algo de sangre pero sin más consecuencias.

…también eran habituales las pequeñas sorpresas que con tu/mi primo me tenías preparadas para ese bonito y entrañable momento de despertar en un nuevo día, aunque yo no terminaba de entender las carcajadas que os producían el despertarme a librazos en la cabeza, atizándome con volúmenes del grosor de “El Quijote”, “Guerra y Paz” o “Las 1.000 mejores recetas de la cocina castellana reunidas en un solo volumen”

…los animales que pululaban por la casa tampoco se libraban de tu maldad (o bondad inocente e infantil, según tu versión). Recordemos cuando tu intención era machacarle la cabeza a la gata con un martillo, siguiendo una serie de pautas:

1. Buscar al gato por el patio

2. sujetar al gato de manera que ofreciera de manera amable su cabecilla

3. coger el martillo con una mano, mientras que con la otra sujetabas al felino, que empezaba a olerse lo peor

4. soltar al gato para poder sujetar el arma ejecutora con las dos manos y dar el golpe fatal, con la consiguiente huida del animal atemorizado en cuanto se veía liberado de tus zarpas. Como este paso siempre se repetía, era necesario volver una y otra vez al paso 1 y empezar de nuevo. Un bucle y espiral de maldad reunidas en un mocoso de 5 años….

…y la que más me dolió en su momento, la que ahora recuerdo y no me queda otra que reírme, pero que me hizo polvo aquel día: cuando te acercaste a mamá y le dijiste con total extrañeza: Mamá, la tórtola se ha vuelto tonta… y la pobre tórtola no estaba tonta. La pobre tórtola estaba tan feliz picoteando bichos por el patio y tú, con toda tu inocencia y poco control sobre la fuerza, la agarraste del cuello sin controlar la presión y la asfixiaste. La “tontería” y “sosería” del pájaro era que colgaba floja de tu manita, con los ojillos cerrados y el pico entreabierto...que pobre tórtola, como me acuerdo de ella!!!

Pero evidentemente, de quien más me acuerdo en este momento es de ti, Adri. Hoy hace exactamente 2 años que te embarcaste en un fabuloso viaje por toda la eternidad, hacia mundos inimaginables para los que todavía estamos aquí esperando ese momento que nos llegará algún día. A ti te tocó muy joven, y sigues siendo un chaval que mañana cumplirá 27 fabulosos años. La verdad es que como compañera de viaje tienes a alguien tan especial como nuestra madre que, casualidades y enigmas de la vida, hoy hace 4 años que ella decidió que ya estaba bien de sufrir y se fue para siempre de nuestro lado, pero no de nuestra memoria.

Comparto mi vida y mis sueños con los que me rodean por aquí, pero vuelvo a decir lo que dije en mi primer post: TODOS los triunfos que consiga en esta vida irán siempre dedicados a vosotros. Os quiero. Hasta siempre.

viernes, 12 de agosto de 2011

El precio del arte

No se si en alguno de mis posts anteriores he tocado este tema, pero a raíz de algunos comentarios surgidos en el blog de Moli en el post que le dedica a un dibujo que hice para ella, me veo obligado a hablar de este asunto para defender mi orgullo profesional, tantas veces pisoteado.

El tema en cuestión es el del precio de la creatividad, y más concretamente de la pequeña creatividad. Con ello me quiero referir a gente anónima que crea cosas (dibujos, acuarelas, esculturas, figuras de plastilina, etc) sin estar dentro del gran mercado artístico. Yo soy una de esas personas: a mi se me da bien dibujar, la gente halaga mis dibujos y algunos se deciden a encargarme un dibujo para si mismo, para regalarlo o para hacer con el lo que le venga en gana.

El mayor problema que tengo cuando hago un dibujo es el coste que le voy a cargar a mi “cliente”. Y tengo problemas porque al no estar dentro de un mercado artístico, no se en que precios se mueven las obras, si sube o baja su cotización (esto es como todo). Yo decidí partir de una cantidad llamémosle X y a partir de ahí, subir o bajar en función de las necesidades de mi cliente, las características del encargo (tamaño, material, plazo de tiempo, etc). Mi cantidad X fue establecida en 50 euros, porque consideré que era una cantidad más o menos “asequible” y en consonancia con el precio (que no valor) de muchos objetos que nos rodean a diario.

Cuando el cliente pide precio y yo digo 50 €, las reacciones son de lo más variopinto. Algunos opinan que es muy muy poco dinero teniendo en cuenta que no es una cosa que la pueda hacer todo el mundo. Otros no dicen nada, aceptan el precio marcado, me lo pagan religiosamente y todos contentos. Y están los que se echan las manos a la cabeza, se rasgan las vestiduras y juran en arameo, poniendo el grito en el cielo ante el brutal abuso que cometo pidiendo 50 € por un “simple” dibujo. A esas personas les voy a exponer unos cuantos puntos en los cuales me baso a la hora de pedir precio:

1. Yo tengo una habilidad, facilidad o don innato para el dibujo. Nadie me enseñó a dibujar y después de años y años de práctica, borrones y lápices gastados, soy capaz de dibujar a un perro o un gato tan parecido al original que muchos tienen que mirarlo más de una vez para convencerse de que es un dibujo. Esta habilidad no la tiene todo el mundo, con lo cual intento sacarle un partido.

2. Si no tengo otra cosa que hacer y puedo dedicarme todo el día a un dibujo en concreto, puedo hacerlo en un par de días o en 20 minutos, en función de su tamaño o dificultad. Mucha gente me han saltado con cosas del estilo de “como me vas a cobrar X por un dibujo si lo haces en un momento”. Amigo mío, yo no te cobro por el tiempo que tardo en hacerlo. Te cobro por los más de 25 años que llevo dibujando y que me han dado la capacidad de hacerte un dibujo en un par de días o un par de horas. Y si decido cobrar por horas, puedo justificar un precio basándome en que no será lo mismo que tarde dos meses a que me encargues un dibujo un lunes y el jueves lo tengas en tu casa, aunque vivas en Punta Umbría y yo en Pamplona.

3. El material para dibujar no es precisamente barato. Siempre podría comprar pinceles, lápices de color o acuarelas en los chinos o en un TODO a 1 euro. Claro, con un mal material no garantizo un buen trabajo. Y yo tengo una máxima: si hago un dibujo es para hacerlo bien; si sé que no voy a ser capaz de hacerlo, no me comprometo a ello. Muchos de los pinceles que utilizo me han costado 10 y 15 euros (son de pelo de marta, tejón o ardilla), mis lápices son Faber-Castell y mis acuarelas, Van Gogh. No es lo mismo pintar sobre un folio Galgo que sobre papel GVARRO, INGRES o ARCHES. Cuando tu compras algo “caro”, aparte de una marca estás pagando supuestamente un buen material: no es lo mismo comprarte unos zapatos de plástico en un mercadillo que comprarte unos zapatos Bay o George´s, hechos a mano en Inglaterra y que cuestan 270 €. Pues no es igual un dibujo hecho en un folio con un lápiz que una acuarela hecha en un papel de 300 gr. que no se arruga y mantiene el color luminoso.

Podría seguir contando cosas, pero creo que tampoco merece la pena. Cada cual le da a las cosas el valor que estima conveniente y punto. Yo, por ejemplo, no entiendo como mucha gente se gasta 600 € en una cazadora de loneta Belstaff, 40 € en unos calzoncillos Calvin Klein o 500 € en un iPhone. Posiblemente muchos de los que han estimado mis precios como carísimos se gastan en un fin de semana esos 50 € en cubatas, y no les duele en absoluto.

También tengo que decir que si quieres que alguien con más nombre que yo te haga un dibujo, prepárate a pagar una pasta…desde luego no te a cobrar 50 o 60 € donde incluyo, además de un buen material y los gastos de envío por correo certificado, toda la ilusión del mundo por un trabajo en el que disfruto tanto o más que hace 25 años, cuando me olvidaba de la clase de matemáticas para dibujar los pájaros que veía por la ventana.

PD: Para todos los nuevos que han llegado hace pocos días (sed bienvenidos), aquí tenéis mi galería de dibujos para que le echéis un vistazo cuando queráis.

http://www.flickr.com/photos/elpintordeanimales/sets/

martes, 9 de agosto de 2011

El pintor de lo cotidiano


Hay cosas en la vida a las que no pienso renunciar a no ser que una fuerza mayor me lo impida (el dinero mayormente, vaya). Una de esas cosas es viajar a Madrid o Barcelona de manera puntual.

Este pasado fin de semana tocó Madrid, principalmente porque un tal Antonio López exponía su obra en el Thyssen, y cuando te ponen un caramelito de esos en la boca es casi imposible decir que no, o al menos para mi. Si la exposición fuera de Rothko, Paul Klee, Tapiès o alguno de ese pelaje, seguro que encontraría mejor manera de gastar mi tiempo y dinero (cortándole las uñas al gato o algo así). Pero si expone el de Tomelloso, la cosa cambia sustancialmente. No hay nada mejor que ver cuadros de un artista vivo de la categoría de Antonio López. Su sencillez y cercanía dice mucho de su persona y de su obra. No se inventa nada, pinta lo que sus ojillos azules ven día a día en la ciudad que le acogió cuando decidió dejar atrás su Mancha natal en busca de nuevos horizontes. Es un romántico de la pintura, ya que sin imitar a nadie, persigue lo que los grandes pintores buscaban sin descanso: plasmar la luz en el lienzo. Lo hizo Velázquez, lo hizo Manet y los Impresionistas que le sucedieron y lo hizo el gran Sorolla. Antonio López lo consigue visitando una y otra vez la misma atalaya en cualquier azotea de la capital, en diferentes horas de un mismo día, plasmando las variaciones del reflejo del astro rey en los cristales de las oficinas, en la arcilla de las tejas o en las barandillas retorcidas de los balcones de la Gran Vía. El efecto es realmente mágico y sobrecogedor: si en las Meninas te sientes tentado a cruzar el marco que delimita la estancia para ser partícipe de esa escena cotidiana de Palacio, en el cuadro del edifico Metrópolis de Gran Vía sientes la necesidad de hacerte pequeñito y pasear por la gran ciudad a las 6 de la mañana, antes de que la vorágine de coches y gente te devore.

Eso sí, gracias a esta exposición he descubierto algo realmente fantástico de Antonio López: las flores. No conocía la faceta de pintor de flores de Antonio López y me ha sorprendido. Si que sabia de su inquietud por los membrillos, tanto encima de una mesa como aún suspendidos del árbol (era tan grande esa obsesión que hay incluso una película acerca de este asunto: “El Sol del Membrillo” de Víctor Erice). Lo de las flores me ha cautivado: nunca había visto pintar unas rosas con tanta sencillez como las que vi el sábado. Pinceladas poco definidos e irregulares de color fucsia para dar vida a cuatro o cinco pequeñas rosas dentro de un vaso de cristal sobre un fondo blanco azulado. Magistral e inigualable. Mereció la pena los 10 € de la entrada por ver la obra de un genio vivo de la pintura de nuestro país, que afirmaba que “el solo iba al Museo del Prado para ver a Velázquez”.

Ya que estábamos en Madrid fuimos al Prado a ver unas acuarelas de Mariano Fortuny y otros pintores del XIX, con la mala suerte de que la exposición ya había sido quitada y solo quedaban expuestos una docena de cuadros. Merecieron también la pena, y sobre todo, la perdida fue pequeña ya que yo entré gratis, gracias a mi pequeña falsificación de la cartilla del INEM que guardaba en un cajón como recuerdo de mi época de pobre desempleado: cambias las fechas, te haces un “tampón” con un pilot en el dedo y sellas las citas que ya han pasado. La estafa fue de 7 €, no creo que el PP me eche la culpa de la crisis!!

Por lo demás, todo genial: hostal MAGNÍFICO en el centro centrísimo de Madrid (C/ la Cruz). Comida en la Taquería Mi Ciudad (autentica comida mexicana, nada de burritos ni fajitas tex-mex, no. Alambre de res, tinga de pollo, cochinita pibil, nopales, tacos al pastor, quesadilla “gringa” y guacamole con totopos. Además, el Gobierno de México les condecoró con un diploma por servir “auténtica cocina tradicional mexicana” y nos encontramos allí con un grupo de mexicanos reunidos disfrutando de la comida, lo que es muy buena señal).

La cena fue en Lateral, C/ Fuencarral. Habíamos intentado ir muchas veces y esta vez tuvimos suerte. Buena comida, bonito sitio y precio razonable para ser el centro de Madrid. Paseo por la noche madrileña y pinta de Murphy´s en O’Neills. A dormir. Desayuno completísimo en Mesón 5J y comida en Wok to Walk: una caja rellena de tallarines integrales con pollo, shiitake y anacardos con salsa Hong-kong salteados delante de mis narices. Si algún día os topáis con un sitio de esta franquicia y os gusta la cocina oriental, probadla que nos os va a defraudar.

Fin del viaje. Vuelta a casa con la sensación de frustración de no haber podido comprarme los catálogos del Prado y Thyssen, un par de puzles de “Las Meninas” y “El Jardín de las Delicias”, 10 0 12 libros de diseño en FNAC, productos delicatesen de una tienda del centro realmente FASCINANTE o miles de libros, lámparas morunas y una expedición al Delta del Okavango en la tienda National Geographic. Me frustra mucho no tener dinero de sobra para poder disfrutar la vida como hacen otros…y una vez aquí lanzo la gran pregunta que siempre me hago y a la cual no le encontraré jamás respuesta…

Habiendo tantas y tantas cosas para disfrutar, como viajes, hoteles, spas, conciertos, teatros, restaurantes, libros, momentos, monumentos y personas…como puede haber gente que teniendo la oportunidad de hacer cientos y cientos de cosas, se lo gaste en DROGAS??