viernes, 24 de diciembre de 2010

Entrevista con el vampiro Simeón


-“El objetivo del curso es la creación de un proyecto personal de pintura, que se dividirá en 9 cuadros, pintados al oleo sobre lino montado en bastidor, tamaño aproximado de 2 x 2 mts. Se harán tres entregas a lo largo del curso, que serán evaluadas de manera individual en cada trimestre y de manera conjunta en junio”-

Esas fueron las palabras del siniestro Simeón Saiz, profesor titular de Pintura II en la Facultad de Bellas Artes de Cuenca. Ninguno de los nuevos alumnos allí presentes se imaginaba que este Nosferatu conquense se iba a convertir en el protagonista de las peores pesadillas artísticas imaginables!!

Eras alumno de 2º curso de la carrera, ya vas teniendo una base creativa y ahora se te presenta la gran oportunidad de tu vida: UN PROYECTO PERSONAL!!! Por fin vas a poder demostrar quién eres, como piensas, que te conmueve, cuáles son tus ambiciones, que te corroe las entrañas o que tripa se te ha roto (por la corrosión de las entrañas, digo yo…). Algunos se tomaban esto de forma muy personal e íntima. Se refugiaban en lo más recóndito de su espacio vital para pensar, dilucidar y parir la más mejor de las ideas, algo totalmente revolucionario y magistral con lo cual dejar a Simeón pasmado, tanto como para que se cayera de su taburete (ya íbamos avisados de que era muy difícil de contentar).

Algunos incluso escribían un ensayo del propósito de su obra, con pelos y señales, pura literatura, desgarradora en algunos casos: amor, esperanza, muerte, deseos, sueños…Veamos un ejemplo sencillo:

Aula de pintura, un grupo bastante numeroso de chavales rodean al insigne verdugo Simeón (casi lo visualizo todo vestido de negro, habitual en él, pero con el capuchón de verdugo medieval, con agujerillos para los ojos, jajaja, me parto). El joven artista alumno de turno (algunos ya llegaron a la Facultad con tarjeta de visita adjunta: “Perico el de los Palotes, estoooo…artista”,) se levanta, se aclara la voz, saca cuatro papelotes y empieza con una disertación acerca de la profundidad de lo onírico, el significado de los sueños en determinadas circunstancias vitales y la letal y evocadora interpretación que va a hacer de los sueños que perturban su desgraciada existencia, en una batalla del hombre frente al lienzo en blanco, pincel y espátula en mano. Un sudorcillo le puntea la frente, producto de la presión de hablar en público ante Simeón, una docena de chavales normales y otra docena de perro-flautas, gafapastas y fauna diversa. Una vez satisfecho y convencido de lo profundo y rotundo de sus argumentos, se sienta.

Acto seguido, el ser cruel, despiadado, maligno y, sobre todo, impasible te dice con media lengua: -“eso no me gusta, me parece una chorrada, piensa en otra cosa”- quedándose tan ancho el tío. La frustración, la rabia y el llanto en algunos casos hacen acto de aparición. Simeón se ha cobrado una nueva víctima, que hijoputa!!!

Yo tenía muy claro este asunto del proyecto de pintura: tenía que pintar animales SI O SI, principalmente porque es lo único que sabía, se y sabré pintar. Punto. Tenía que intentar buscar algún temilla medianamente interesante donde entraran 9 cuadros con animales diversos. Me lo pensé en ratos sueltos que tenía y di con él: “RELACIÓN DE LOS ANIMALES AFRICANOS CON EL HOMBRE”. No quiero dar la impresión de que iba sobrado por el mundo, en absoluto. Si en algo destaco es en mi discreción. La cuestión era que ni podía ni quería complicarme la vida con algo que no supiera hacer, luego fui a lo fácil, a expensas de lo que Simeón pensara.

Al explicar el proyecto en cuestión estabas en la obligación de poner ejemplos concretos de algunos de los cuadros que ibas a presentar. Además de ello, Simeón nos impuso una restricción bastante peculiar: no aceptaba en los cuadros los colores blanco y negro de manera pura. Prefería un blanco azulado, verdoso o rojizo y marrones muy muy oscuros, pero nada de blanco y negro. Eso era un problemón para mí, puesto que uno de los cuadros que yo iba a presentar plasmaba un plano-detalle del ojo de una cebra recién muerta, de color verde azulado, vidrioso. En la pupila se reflejan las siluetas de los cazadores que la acaban de abatir, escopeta en mano….y las cebras, hasta donde mis cortas luces llegan, han sido y serán blancas y negras, verdad?? Que gracia.

Pues ahí estaba yo, nerviosillo por la solemnidad del momento. Me levanté y empecé a hablar, todo tranquilo. Expuse muy claramente mi proyecto, alegando que lo tuve muy claro desde el principio. Quería plasmar esa relación animal-hombre con cuadros sencillos pero visuales, con detalles que llamaran enseguida la atención del espectador. Simeón me pidió ejemplos concretos y le hablé de la imagen de un rinoceronte muerto en medio de la sabana, con el cuerno cortado con una motosierra y muchísima sangre brotando de la enorme herida. Evidentemente, en ese momento no le mencioné nada de la cebra, prefería guardarme las cartas y luego lanzarle el órdago con el cuadro de manera física. Para sorpresa de muchos que ya me veían saliendo del aula con la cabeza debajo del brazo, el Maligno dijo que le parecía interesante y que tenía vía libre para empezar a trabajar. Alberto 1 – Simeón y muchos alumnos-artistas de la clase que les molaba darte la puntilla 0.

Cuando pasados tres mesecillos llegó la hora de presentar los tres primeros cuadros, se producía otra graciosa circunstancia. Era muy factible y habitual que, a pesar de tener aprobado el proyecto, llegaras a clase con tus cuadros y el bueno de Simeón te dijera que no le gustaba como habías plasmado la idea en los lienzos, con lo cual se habrían varias posibilidades:

1. Que te diera la oportunidad de repetir los tres cuadros de manera que cambiando colores o motivos le dieras un aire diferente.

2. Que pintaras otros tres cuadros totalmente diferentes a los presentados, siempre respetando la línea argumental del proyecto y presentando 6 cuadros en lugar de 3 en la siguiente entrega

3. La más divertida de todas: que Simeón, de nuevo impasible y frio como un Calippo, te dijera que pensaras otro proyecto totalmente diferente y empezaras desde cero. Eso podía suponer que te introdujeras en un bucle de perdición absoluta y que Simeón se convirtiera en una auténtica pesadilla, peor que una resaca de anís.

Yo me presenté con 3 cuadros. No cumplí ninguno de los preceptos que nos había dicho al principio: bastidor de 2 x 2 metros con tela de lino. Primero, el lino vale CARÍSIMO. Una pasada para gente normal como muchos de nosotros asique compré lienzo del más normal (con el riesgo de que mi brillante obra pictórica se eche a perder al cabo de 300 años y nunca llegue a ser considera un gran maestro de la pintura del XXI). Por otra parte, pintar un cuadrazo de 2 x 2 metros haría necesaria la adquisición de una escalera, y no estaba por la labor. Cuando me preguntó por el tamaño de mis cuadros (2 de 116 x 89 cm y uno de 140 x 60 cm) le dije que esos tamaños eran los que mejor se adaptaban al motivo de mis cuadros (trola y de las gordas. Mejor fue Claudio, un compañero que dijo que no había pintado cuadros de 2 x 2 porque no le cabían por la puerta de su casa (aplauso y carcajada general)).

Bueno, el caso es que puse mis tres cuadritos en el suelo. Uno de ellos era la “cebra”. Otro representaba a un impala (un antílope, típica presa del exquisito estómago del león) visto a través del objetivo de mi cámara de fotos, con el Monte Kilimanjaro de fondo. El tercero era un cuadrito alargado que representaba una procesión de siluetas de tuareg, con sus camellos por las dunas del desierto, con un cielo azul anaranjado del atardecer y en primer término, otro tuareg con su característico turbante azul dejando a la vista solo los ojos.

Simeón los observo con su mirada láaaaaaaaaaaaaaaaanguida y su sangre de horchata y me hizo la pregunta del millón (redoble, por favor..): ¿POR QUÉ HAS PINTADO CON BLANCO Y NEGRO DESOYENDO LA ADVERTENCIA QUE HICE EL PRIMER DÍA DE CLASE? (tengo que admitir que el cuadro me lo pinté en dos noches, el ojo con algo más de detalle y las franjas blancas y negras que lo rodeaban, con pintura directamente del bote y extendida con una espátula).

Mi respuesta fue clara y contundente, pero es que no podía responder otra cosa:

-“Simeón, ese cuadro del que estás hablando es parte fundamental de mi proyecto. Tenía que pintar a una cebra, y las cebras tienen rayas blancas y negras. Si una cebra fuera marrón y amarillo, no sería una cebra, sería… un tigre”-.

Y me quedé más ancho que largo. Y Simeón se echó a reír, se levantó, se acercó al cuadro a mirarlo más de cerca y me dijo: me gusta el cuadro, es la bomba. Adelante con tu proyecto.

Y no me sacaron a hombros de milagro. Y ese día fue un día cojonudo, y seguí pintando mis cuadros. En junio me dijo que le gustaban todos pero que tenía que corregir algunas cosillas. Si cambiaba cuatro cosas que él me decía, en septiembre me garantizaba un aprobado. Y Simeón Saiz Ruiz, el más malísimo de los profesores de pintura del mundo mundial, exigente como él solo, serio, medio lelo y que hablaba como si tuviera la lengua cortada y media docena de polvorones caducados en la boca, cumplió su palabra de insigne y honorable caballero conquense y me aprobó en Septiembre. ¡¡¡BIEN POR SIMEÓN!!!!

PD: Eso sí, el muy tonto se equivocó al adjudicar las becas Erasmus y no unió la invisible línea que llevaba de mi nombre a la Escuela de Bellas Artes de Praga (como ponía en el ordenador que consulté de manera ilegal), y no tuve más remedio que irme a Riga, toda llena de matones hablando ruso y de bellas rubias que hicieron más agradable mi estancia en tan lejanas tierras.

lunes, 20 de diciembre de 2010

Una de cal y una de arena...




Este pasado fin de semana me sentí más Karlos Argiñano, Juan Mari Arzak o Sergi Arola que nunca, pero en plan belga. Hemos recordado tantas veces los ricos mejillones al vino blanco que comíamos en Chez Leon que compramos un par de kilos de mejillones y nos pusimos manos a la obra. Y el resultado no pudo ser mejor. No digo que podamos clavar una pica en Flandes e instalar el mejor bistrot de “moulés au vin blanc” en el centro de la Grand Place, no. Pero que no tenían nada que envidiar a los que nos sirvieron allí, pues también. La verdad es que es una receta bien sencilla y muy rica. Nosotros quedamos encantado y pensando en repetir ya mismo (además, los mejillones son bajos en grasas y ricos en minerales y vitaminas, sobre todo B)

Y claro, ya que el sábado le íbamos a dar al pescado, el domingo necesitaríamos pasarnos a la carne…y que mejor que sumergirnos también en la gastronomía belga con unas ricas “Carbonnades a la Flamande”. Y aquí pinchamos en hueso, no porque salieran mal, sino porque el carnicero cabrón me dio gato por liebre. Yo le pedí carrilleras de ternera (en Bruselas nos pusieron carrilleras), que es una pieza de carne que me chifla, pero el muy sinvergüenza, en vez de darme carrilleras de ternera, pequeñas, redonditas y jugosas, me dio carrilleras de búfalo (por lo menos), correosas, duras y con más venas y tendones que las piernas de un maratoniano. Fue un fracaso absoluto solo por este aspecto, ya que la salsa con cerveza tostada belga estaba muy rica.

Como estoy solidario, voy a compartir con vosotros ambas recetas, ya que son fáciles y bueno, algo diferente para echarse a la boca. He realizado un bonito y sencillo montaje con imágenes de los ingredientes y os explico en cuatro pasos como se hace. Vamos primero con los “Mejillones al vino blanco”:

  1. Se lavan y raspan bien los mejillones para quitarles todas las impurezas que tengan y quede la concha bien limpia. Los que estén abiertos o con la concha rota se desechan.
  2. En una olla de tamaño majo se pone la mantequilla para fundirla. Cuando este fundida echamos la cebolla picada fina y el apio en trozos pequeños, tanto el tallo como las hojas. Pochamos hasta que la cebolla se vuelva más o menos transparente.
  3. Ponemos los mejillones en la olla y removemos bien 3 o 4 minutos para que se mezcle con la verdura. Veremos cómo empiezan a soltar su jugo y comienzan a abrirse.
  4. Añadimos 2 vasos (tamaño medio) de vino blanco, 1 hoja de laurel y un pellizco de tomillo. Salpimentamos al gusto.
  5. Mezclamos y agitamos bien la olla para que todos los mejillones se empapen del caldo que se ha formado.
  6. Cuando todos los mejillones estén abierto del todo se pueden servir. Los que no se hayan abierto se desechan, ya que puede que estén llenos de tierra.
  7. Como acompañamiento, imprescindibles las patatas fritas bien crujientes. Para beber, lo que cada uno quiera, pero una cerveza belga es idónea (yo me decanto por una Maes o una Leffe Blonde).
El resultado fue este:


Para las "Carbonnades a la Flamande", id a vuestro carnicero de confianza (esto es como el peluquero) y que os venda carrilleras buena, tiernas y jugosas. El proceso es el siguiente:


  1. En una cazuela de tamaño medio-grande se pone aceite para pochar la cebolla. Cuando se haya blanqueado, ponemos la carne partida en trozos más o menos grandes y la doramos doran bien por ambos lados con fuego medio.
  2. Añadimos la mostaza y mezclamos bien con la carne. Dejamos cocer 10 minutos a fuego lento.
  3. Añadimos la cerveza (recomiendo la Leffe Brune), sal y pimienta, el laurel y un pellizco de tomillo. Dependiendo del tamaño de los trozos, dejamos cocer unos 20 – 25 minutos.
  4. Si nos gusta la salsa espesa, se puede añadir un poco de maicena para engordarla.
  5. Como cualquier plato belga que se precie, se acompaña de patatas fritas y cerveza (en este caso, como el plato es contundente, yo recomendaría alguna suave. La Hoegaarden rubia está muy rica y es muy suave).

viernes, 17 de diciembre de 2010

mi obra pictórica


El otro día rebuscando en mi disco duro me encontré unos jpeg de los cuadros que pinté para mi proyecto de pintura de 2º de carrera. Fueron 9 cuadros bastante grandes (el más pequeño medía 116 x 89 cm) con una temática común. Mi proyecto trataba acerca de la relación entre los animales africanos y el hombre, tanto el hombre blanco cazador-invasor-abusón-furtivo y el nativo africano que convive diá a día con la fauna del continente. Quizá no fue la mejor temática para un proyecto de la clase de Simeón Saiz (algunos aún sueñan con este ser del cual ya hablaré algún día), pero yo tenía las ideas claras, expuse mi proyecto con total claridad y humildad: me gustaba ese tema, solo sabía pintar animales y tenía que hacerlo tal cual, puesto que si no me daba vía libre para ese proyecto, iba a tener un problema bastante serio). Conseguí aprobar la asignatura en ese año, lo cual es un exito bestial, y sin tener que repetir ningún cuadro. Os dejo un enlace para que los veais. Solo hay 8 imágenes, una no la encuentro pero vaya, es una bandera de Uganda pintada con cera, no tienen ningun misterio.

Mi preferido es la cebra. Ese cuadro presidiré el salón de mi futura casa (si el frio del rio que pase por debajo del puente no le afecta, jaja)

http://www.flickr.com/photos/elpintordeanimales/sets/72157625477553141/

miércoles, 15 de diciembre de 2010

Allá donde estés, te encontraré...


En un post anterior os comentaba como habíamos tenido la suerte de estar en el escaparate de una tienda justo en el momento en el que su futura dueña daba los últimos retoques previos a su inauguración al día siguiente (por cierto, ayer estuvimos en la tienda ya a pleno rendimiento y nos obsequió con un té verde con jazmín que está delicioso!!). Comentábamos Ester y yo que fue una casualidad enorme estar en el momento justo en el sitio adecuado, aunque para mí, las casualidades no existen. El destino y un planeta llamado Tierra tan diminuto hacen el resto. Digo lo de que la Tierra es diminuta porque mis coincidencias con gente rozan lo absolutamente increíble.

La más “vulgar”, por así decirlo, me ocurrió en Logroño. Era la primera vez que ponía un pie en la capital riojana, y no había un momento mejor que en San Mateo, fiestas patronales que reúnen un cojón de gente por las calles. Aparte de Ester, solo conocía a una persona de Logroño, Cristina, una antigua compañera de facultad a la cual le perdí la pista en el mismo momento en el que termino el último año de clase. Pues bien, paseábamos por lo viejo de Logroño, con un día estupendo, terrazas por doquier y una animación increíble y hordas de gente…y oigo como alguien me llama a voz en grito, o por lo menos, a un tal Alberto. Cuando me doy cuenta, veo a Cristina corriendo hacia mí y a Ester mirando con cara de póker como diciendo: joer este tío, la primera vez que viene a Logroño y va a conocer a más gente que yo!! El caso es que en posteriores visitas a Logroño me he vuelto a encontrar con Cristina, curioso ya que ha estado trabajando en Barcelona y bajaba a Logroño de manera puntual.

Un caso bastante más curioso me ocurrió cuando fui Orgasm…digo Erasmus en Letonia. Antes de iniciar mi aventura báltica intenté chatear con alguien de allí, para al menos intentar conocer a alguien que me pudiera guiar un poco. Di con un señor letón, pero que vivía en Seattle, producto del exilio motivado por la invasión del país por la URSS. Estuvimos charlando un rato y tal, y me dijo el tío que no le molaba que los españoles, italianos y gente del Mediterráneo fuéramos a Letonia, que éramos muy libertinos y que solo buscábamos diversión y sexo fácil en su país. Resulta que la hija de este señor estudiaba Filología Letona en Riga y, temeroso de que lanzara mis tentáculos ibéricos sobre su heredera, me lanzó la advertencia de que ni se me ocurriera tocarle un pelo a su hija. Yo me defendí mintiendo diciendo que solo era un humilde estudiante que iba a Riga a una Escuela de Arte con el único y sano interés de aprender y estudiar las nuevas formas de fiesta en el nordeste de Europa y comprobar la legendaria belleza de las rusas manifestaciones artísticas de la región. Aparte de ello, Riga es una ciudad con 800 mil habitantes, su universidad y mi escuela estaban muy separadas, luego el virtual contacto visual (que no físico) no era ni imaginable. Eso pensaba yo.

Me tocó vivir en un edificio de corte stalinista, grande, frio y sucio, reconvertido en “hostal-residencia” (ja) de estudiantes. Había una disparidad de nacionalidades bastante interesante, incluyendo un par de chicas americanas. Una de ellas hablaba como Mickey Mouse, no le entendía nada, y era más fea que un pie. En su habitación tenía una especie de muñequitos tipo playmobil con la forma de un abeto y un alce. Yo que tengo un ojo bastante curioso y una memoria prodigiosa empecé a relacionar datos e imágenes: El padre amenazador me dijo que vivía en Seattle. Seattle está en el estado de Washington, en el noroeste de EE.UU. limitando con Canadá…y es zona de muchos lagos y bosques….bosques de abetos, con mucha fauna, incluyendo ALCES!! A veces parezco paranoico, luego deseché la posibilidad. Quizá eso era de un amigo que vivía en Noruega y se lo había regalado, vete a saber….hasta que tuvimos la “kitchen-party”, un intercambio gastro-cultural en la cocina del pasillo (yo llevé morcilla ibérica que me mandó mi abuela, jaja) y en cierto momento escuche a Mickey Mouse hablándome a mí con la frase lapidaria (en inglés, claro está): HEY, SPANISH BOY….YOU WERE CHATTING WITH MY FATHER, I´M OK??? (Estuviste chateando con mi padre??) Me quede de piedra, una vez más, la casualidad hacía acto de presencia en mi vida. Eso sí, el señor letón pudo quedarse tranquilo, ya que no tuve ni la más mínima tentación de tocarle un pelo a su hija…

Este año, cuando fuimos a Bélgica de vacaciones, me sucedió otra coincidencia también bastante curiosa. En una iglesia en Gante nos “asaltó” un abuelete muy majo que nos identifico como españoles sin nosotros abrir la boca. Le dijimos que veníamos de Navarra y nos contó que hace bastantes años fue a Gante un equipo de futbol juvenil de Peralta, un pueblo navarro. Un jugador se lesionó de gravedad y lo llevaron al hospital. Este abuelete les acompañó para poder hacer de intérprete entre los médicos y el chaval. Tiempo después el chaval le escribió una carta para darle las gracias y blablá. El chaval se llamaba Aitor Goñi, y resulta que fue jugador hace unos años del equipo de futbol de mi ciudad, Puertollano, que milita en 2ªB…entre todos los jugadores juveniles de España que podía haber ido a Gante, le toco a uno que años después jugo en el Puerto, manda huevos..

Pero lo más brutalmente increíble, casi con pinta de brujería o cámara oculta pasó hace dos años. Estábamos Ester y yo en Chicago, en la boda de una amiga. El banquete fue en Naperville, un “suburb” o ciudad dormitorio de Chicago. Estaba sentado en la mesa reservada a los españoles presentes en el evento y entablé conversación con una chica española que también vive en Chicago. Resultó que también era licenciada en Bellas Artes, hasta aquí nada fuera de lo común. Cuando me pregunta que de donde éramos, le digo que aunque vivía en Pamplona era de un pueblo de Ciudad Real, Puertollano. Resulta que su padre también era de Puertollano, lo que ya es una puta casualidad. Pero cuando al volver al tema se confundió y dijo: “vaya vaya, que casualidad, tu madre de Puertollano” y yo le corregí diciendo que era mi padre el que había nacido en Puertollano y que mi madre era de un pueblo de Córdoba, se queda muy seria y me dice:

- mi madre también es de un pueblo de Córdoba.

- No jodas?? De cuál?? (Y yo imaginándome lo peor)

- De Belálcazar….

SILENCIO TENEBROSO, porque como me estaba imaginando, y no sé porque, mi madre también era de Belálcazar.

Ala, a sacar conclusiones de esto…y aviso, aunque no conozca en persona a casi nadie de los que me leen, es muy posible que algún día, en el sitio más insospechado, os encontréis conmigo…y nos tomaremos unas cañas juntos, faltaría más!!!