lunes, 7 de febrero de 2011

Pájaros en la cabeza


El domingo por la tarde disfruté de uno de mis momentos. Soy un tio sencillo que disfruta de un bocadillo de mortadela, de un tebeo de Mortadelo (no es coincidencia), de comerme una bolsa de pipas en cualquier banco de un sitio donde haya animación y gente o de juntarme con mi pandilla de amigos de siempre en "nuestra" Plaza y mearnos de la risa con nuestras historias absurdas. Y esta tarde no ha habido nada de eso, pero me he sentido feliz. Es posible que algunos de los que me leeis penseis que o soy un poco lelo o un poco friki al saber que he disfrutado enormemente en una laguna cercana a Pamplona, la laguna de Pitillas, pero es así.

El caminar muy despacio por la pasarela de madera, percibir el característico olor salobre del agua mecida por la leve brisa del primaveral día que hoy teníamos en Navarra, oir crujidos de los pequeños "bigotudos" que saltaban entre los juncos...y al final de la pasarela, la laguna en toda su amplitud, con cientos de aves que se perdían en la lejanía: gansos, gaviotas, fochas, garzas, aguiluchos, ánades, cercetas...miles de sonidos que vienen de uno y otro lado, bandadas de ánsares armando un jaleo enorme con su característico trompeteo, mirlos silbando en las zonas más umbrías, pequeños pajarillos de vuelo ondulante en busca de sus dormideros al ver que el Sol comienza a retirarse. Paz enorme la que se respiraba en ese lugar, solo estropeada por los ruidos de la carretera, demasiado cercana para mi gusto, pero que no parecía perturbar la actividad de las aves.

Los que me conocen bien saben de mi pasión por los animales. Adoro los perros por lo accesibles que son, los gatos por el cariño que te dan, los caballos por su nobleza...pero las aves son algo especial. Recuerdo las tardes de verano en el barrio donde vive mi abuela, mirando al cielo y persiguiendo los vencejos con la mirada, intentando no perderlos de vista. Si mi objetivo alado se metía detrás de la iglesia, memorizaba la trayectoria que llevaba y contaba los segundos que podía tardar en aparecer por el otro extremo de la iglesia para volver a la persecución. Una tarde, estando absorto en mis veloces amigos de la Plaza de San José, vi como una "sombra" se aproximaba hacia la plaza; cuando me percaté de que esa sombra era un enorme buitre leonado que había escapado del cautiverio al que algún vecino lo tenía sometido, entré en un extasis que no se me fue hasta que se lo llevaron gente de la protectora de animales.

La primera película que vi en un cine de Madrid fue el documental "Nómadas del Viento": sin dialogos, solo música y aves. Una obra maestra, un canto a la libertad, algo realmente mágico. Las ocho personas que estábamos en la sala nos mirabamos al salir y todas teníamos la misma sonrisa boba y el mism pensamiento: queremos volar!!

Hace una semana madrugué bastante para irme a jugar al frontón y luego a nadar. Eran las 8:30 de la mañana de un sábado. Camino de la piscina crucé el río Arga a través de un puente..y allí estaba: majestuosa, hierática, solemne, a solo 30 metros de mi. Una garza real, enorme, solitaria, que no se inmutaba ante nada ni ante nadie. Me acodé en la barandilla y pensé que perdería la hora de frontón que tenía reservada, pero me daba igual. Era una garza real toda entera para mi deleite. A los pocos minutos, sabiendose observada, decidió aprovechar su momento de gloria para desplegar sus enormes alas gris ceniza y con tres o cuatros movimientos lentos y acompasados, elevarse silenciosamente un metro escaso sobre la superficie del agua y alejarse, siguiendo el cauce del rio y perdiéndose en la lejanía y la neblina de las primeras horas de la mañana.

En noches de verano, volviendo de una noche de marcha, chuzo como un piojo y con los pies a punto de reventar, me he sentado en algún banco que me ha salido al paso y me he deleitado, quizas durante más de media hora, con el canto de un ruiseñor, que suelen emitir un gorjeo realmente mágico cuando el sol quiere empezar a despuntar. No se si alguna vez habeis escuchado a un ruiseñor, pero el dicho que habla de su legendario y maravilloso canto es totalmente cierto. Emite unas notas realmente espléndidas, tocando todos los registros y con un dominio de la técnica asombroso. Si durante las noches de verano escuchais en zonas arboladas a un pajaro cantar y os parece bonito, sin duda alguna que se tratará de un ruiseñor. Me se yo de una chica que no sabia como cantaba un ruiseñor y una noche, a las 6 de la mañana, mientras volvia de la zona de marcha de Cuenca, aprendío como cantaba el susodicho a raiz de las explicaciones que un fulano de tal le iba dando. El canto del ruiseñor le gustaría, pero el fulano de las explicaciones tambien le cayó en gracia. Tal día como hoy, lleva más de un año compartiendo piso con el y lo lleva de excursión a las lagunas del Reyno de Navarra.

Quizá soy como aquel chico, protagonista de una bonita canción de Ismael Serrano...la locura nos embarga.

http://www.youtube.com/watch?v=X1ogjjWgCN4

4 comentarios:

  1. Y yo pensaba...¿no tienen mejor cosa los ruiseñores que ponerse a cantar a estas hora de la madrugada? será que se han pasado de beber...
    Pues eso, hábitos nocturnos desconocidos para mi hasta aquella noche...jate tú¡

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  2. Ooooouuuuh, qué romántico! Pues, chico, ni idea de cómo canta un ruiseñor... Vergonzoso, lo sé. Soy de aldea y no distingo el canto de los pájaros ni las cosas que salen de la huerta. Mi padre se pone del hígado.

    Por cierto, que me encanta Ismael. El próximo 26 de marzo voy a verlo en Gijón.

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  3. Es que lo vives, hijo mío!! Y además te sirvió para ligarte a la Esterxu, jeje.

    Yo tb soy de aldea y no sé cómo canta el ruiseñor ni si los hay por mi zona o no. Eso sí, en mi jardín, desde la ventana de la cocina de mi pueblo, veo un petirrojo que me hace mucha gracia.

    Besos.

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  4. A mi también me apasionan las aves. Al ir al a playa, me distraigo por ver a las gaviotas y pelicanos en vez de ir a nadar.

    Por mi calle, ponemos agua dulce para las colibries.Me llama mucho la atención verlos volar hacia adelante, hacia atrás, hacia arriba y hacia abajo. De todos los animales que han conquistado el espacio aéreo, es quizás el que mejor domina el arte de volar.

    Otras casas son afortunadas de tener como vecinos a las golondrinas que hacen sus nidos en sus balcones. Me gusta ver sus nidos con sus pichones amontonados.

    Hans Christian Andersen: escribió un bello cuento del canto del ruiseñor.
    Pongo un pequeño fragmento:

    -¡Dios santo, y qué hermoso! -exclamaba; pero luego tenía que atender a sus redes y olvidarse del pájaro hasta la noche siguiente, en que, al llegar de nuevo al lugar, repetía-: ¡Dios santo, y qué hermoso!

    De todos los países llegaban viajeros a la ciudad imperial, y admiraban el palacio y el jardín; pero en cuanto oían al ruiseñor, exclamaban:

    -¡Esto es lo mejor de todo!

    De regreso a sus tierras los viajeros hablaban de él, y los sabios escribían libros y más libros acerca de la ciudad, del palacio y del jardín, pero sin olvidarse nunca del ruiseñor, al que ponían por las nubes; y los poetas componían inspiradísimos poemas sobre el pájaro que cantaba en el bosque, junto al profundo lago.

    Aquellos libros se difundieron por el mundo, y algunos llegaron a manos del Emperador. Se hallaba sentado en su sillón de oro, leyendo y leyendo; de vez en cuando hacía con la cabeza un gesto de aprobación, pues le satisfacía leer aquellas magníficas descripciones de la ciudad, del palacio y del jardín. «Pero lo mejor de todo es el ruiseñor», decía el libro.

    «¿Qué es esto? -pensó el Emperador-. ¿El ruiseñor? Jamás he oído hablar de él. ¿Es posible que haya un pájaro así en mi imperio, y precisamente en mi jardín? Nadie me ha informado. ¡Está bueno que uno tenga que enterarse de semejantes cosas por los libros!»

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