lunes, 12 de diciembre de 2011

Gastroeventos


Llevo unas cuantas semanas de evento en evento. Todos gastronómicos, por supuesto. Y todos gratis, que no está la economía para gastos superfluos.

Todo empezó cuando me enteré que en El Corte Inglés de Pamplona había una cata de vinos de Navarra maridados con queso de Idiazabal. Como había plazas libres, nos apuntamos y allí que nos presentamos. En primera fila, con libreta para las notas de cata de los caldos, merchandising variado y "mantelito" con 6 circunferencias en los que ir colocando las elegantes copas que nos iban a ir sirviendo. Como ponentes, el presidente de la D.O. Idiazabal y una enóloga de la D.O. Vinos de Navarra.

Era mi primera cata de vino y tenía yo cierta curiosidad por "comprobar" si todo eso que dicen los enólogos acerca de los vinos era cierto. Aromas a alcachofa torrefacta, regusto a tierra húmeda, chipirón de Sanlucar, manzanas Granny Smith canadienses y espárragos trigueros, etc, etc. No estaba muy seguro de lo que eran los taninos y creía que seria complicado diferenciar 5 vinos tintos de la misma D.O., siendo Navarra tan pequeña y estando las diferentes zonas vinícolas tan cerca.

No podía estar más equivocado!! Aprendí a diferencias matices que no me había planteado: realmente podías encontrar el regusto especial del espárrago blanco, las laderas terrosas y húmedas del navarro Valle de Yerri o un espectacular sabor a toffe, azúcar tostado o dulce de leche. El último que tomamos, un delicioso moscatel, me hizo viajar en el tiempo hasta mi infancia y adolescencia en Puertollano...esas agradables tardes de principios del otoño, cuando las uvas de la parra de mi patio maduraban y te obsequiaban con un zumo dulce, fresco y sabroso!!

Sin olvidarme del queso Idiazabal, del cual poco hay que decir porque estaba delicioso. Nos enseñaron como partirlo para poder apreciar su aroma en nariz y como degustarlo para que el sabor circule e impregne toda la boca. Un gustazo, vaya!!

Una semana después, El Corte Inglés nos volvía a sorprender con otro taller gastronómico bastante suculento: "Taller de cocina con helado" de la mano de Philippe Urraca, reconocido como el mejor pastelero de Francia (y Francia, en materia de pasteles y repostería es increíble y pionera en muchas técnicas). Este buen hombre, simpático como el solo, nos preparo cinco platos en los que, a partir de diferentes piezas de pastelería, los decoraba y completaba con helados artesanos de diferentes sabores y otras artes (frutas desecadas, coulis de frutas, mermeladas o cristales de caramelo). Una vez presentado el plato (y quintuplicado), podíamos catarlo con una cucharita. Eso si, había un señor que consideraba que, para poder apreciar el sabor del plato, el tenía que comerse medio pastel, media bola de helado y todo el complemento que pudiera. Era totalmente flagrante como el tipo se cepillaba medio postre el solo y los demás nos sentíamos avergonzados para "denunciarle". Eso si, uno de los postres no lo cató (y era el mejor) porque salió fuera y aprovechamos para dar buena cuenta de el. Como recompensa final, los que nos quedamos charlando con el cocinero fuimos "obsequiados" con los postres que habían sobrado de la cata posterior y con los helados: por ello guardo en mi congelador una tarrina de 2,5 l. de helado de menta con chocolate!!

El sábado de esa semana nos liamos la manta a la cabeza y nos fuimos a comer como cerdos, sin servilletas, con las manos, cogiendo directamente de las bandejas sin poder usar cubiertos. A eso, por estos lares, se le llama una "Vikingada", y se publicitan desde algunos bares. Nosotros fuimos al local de una peña, y terminamos bebiendo todos juntos de un enorme perol de sorbete de limón con pajitas tamaño "king-size" y haciendo el moñas en el karaoke.

Para limpiar nuestra buena imagen después de este execrable acto, al jueves siguiente fuimos invitados a un cata de aceites Virgen extra de la D.O. Navarra. Fuimos a un elegantón hotel donde nos sirvieron un "zumo de aceitunas". Digo esto porque no era todavía aceite propiamente dicho. Era zumo de aceitunas exprimido esa misma mañana, con sus posos, de color verde pálido, picante y amargo al mismo tiempo, que se agarraba a la garganta si no lo paladeabas bien por toda la boca antes de tragarlo. Nos invitaron a expresar a que nos recordaba el olor de este zumo y yo dije que me recordaba mucho al olor que se desprende al partir un plátano verde. Acierto total. Aparte de la alcachofa y la tomatera, también el plátano verde estaba presente entre los aromas de tan preciado líquido. Nos dieron una interesante charla acerca del "aceite normal", el de "sabor suave o intenso" que suele comprar la inmensa mayoría de la gente. Resulta que cuando hablan de "aceites refinados" en realidad deberían decir "aceites rectificados", ya que esos aceites se hacen a partir de aceites de baja calidad. El resultado obtenido es una pura grasa vegetal incolora, a la que se le añade algo de aceite virgen para darle sabor y color. Evidentemente, estos señores quieren vender su aceite virgen extra y no que compres aceite de oliva de una marca blanca en el super. También está claro que no hay comparación posibles entre ambos productos.

Para terminar el acto nos ofrecieron unos aperitivos realizados con estos aceites navarros...ni que decir tiene que estaban riquisimos, que la gente vuela sobre las bandejas como si no hubiera un mañana y gruñendo y que al final del acto regalaban unos lotes de tres botellas de aceite y una pastilla de jabón...y como Ester se fue un rato antes que yo, nos juntamos en casa con dos lotes de productos....alguien quiere aceite???