Continuando con la bonita línea editorial que inicié en el post anterior, saco a relucir algunos retales de esa vida que tan alegremente he disfrutado a lo largo de 31 hermosos años.
- Cuando trabajaba h
aciendo el gilipollasde comercial en Círculo de Lectores me quedé encerrado en un garaje de un edificio un tanto “aislado” en una de esas horas “muertas” (las 4 de la tarde, es decir, ni el tato en casa y hasta las 7 no esperes a nadie). Entré en el ascensor y antes de que yo pulsara, alguien picó antes y me bajaron al garaje. Yo, un poco confuso, salí del ascensor cuando la gente entro. Al darme cuenta que estaba en el garaje quise volver a subir en el ascensor, pero se ve que tenían prisa y se largaron sin mi. El problema era que el ascensor, desde la planta garaje, solo se podía activar con llave. Salgo del cuarto del ascensor al garaje propiamente dicho…y se cierra la puerta, la cual también se abría con llave. Ahí me tenéis, en un garaje enorme más solo que la una, cuando debía estarengañandoconvenciendo a la gente de que comprara unos libros maravillosos. A la media hora escuché ruido de puerta que se abre y faros que iluminan la oscuridad que me tragaba cada 3 o 4 minutos. Y allí me veis, esperando que alguien se bajara del coche para pedir auxilio y recuperar la libertad. Imaginaos la cara del tipo que aparca su coche en su garaje y ve como alguien, con traje y carpeta, corre directo hacia el!! Después de experiencias como esta me quedó bastante claro que el ser comercial a puerta fría no es lo mío.
- Ahora que tengo 31 años y la sien plateada (unas canas preciosas, oiga!! No os podéis imaginar lo mucho que se está pareciendo George Clooney a un servidor de ustedes), he empezado a vestir de manera más informal que cuando tenia 20 años. En Puertollano la gente solía (ahora ya no tanto, la juventud se pierde definitivamente) arreglarse mucho a la hora de salir de marcha. Te plantabas tus chinos, camisa de marca y zapato fino y te ibas a un camino inmundo lleno de barro a pasar frío con tal de beberte 5 cubatas en un par de horas para entrar en calor, y beberte luego en los bares otros 5 cacharros que parecían Varon Dandy con limón. Hoy en día, que tampoco salgo tanto, casi siempre voy en vaqueros, uso muchísimas veces zapatillas de deporte (de paseo), camisetas, jerseys o camisas de manera más informal, bolsa bandolera con chapas de Barrio Sésamo, foulard en el cuello cuando refresca y, después de años y años peinado con de manera algo sería, me peino con un flequillejo empinado bastante gracioso que me ha quitado unos años de encima.
- Una de las cosas que más echo de menos estando en Pamplona es un supermercado. No un supermercado en el amplio sentido de la palabra, sino uno en concreto: MERCADONA. Por una misteriosa razón que creo tiene algo que ver con unos chavales un poco burros que ponen bombas, matan gente y salen el la TV con capucha, los dueños de tan noble cadena de supermercados no tienen ningún establecimiento en País Vasco y Navarra. Este precio tan alto lo pago yo, que estoy tan acostumbrado a la variedad y calidad de los productos Mercadona y sobre todo, a sus precios tan bajos comparados con Eroski o Carrefour.
- Yo, como todo el mundo, tengo ese sueño que te gustaría cumplir antes de morir. El mío es ni más ni menos que ir a África. Desde que tengo uso de razón llevo pensando en ese momento de estar en África, en una sabana en Kenya o Tanzania, o en la selva….pero en África, rodeado de gentes de allí, nativos, niños. Quiero comprobar si es cierto lo que dicen acerca de que ir a África te cambia la vida, la manera de pensar y que te engancha de una manera irremediable que deseas volver una y otra vez.
- Por ultimo os cuento una intimidad que me lleva acompañando desde que nací y que me llevaré a la tumba. No se porque extraño motivo, de vez en cuando mis orejas deciden ponerse en estado de ebullición y se me ponen rojas y ardiendo. Pero ardiendo de verdad, no os podéis imaginar de que manera. Adquieren un bonito tono rojo salmón-sandía y una temperatura bastante alta. Cuando era más crío, en ocasiones tuve que recurrir a depurados métodos científicos para aplacar ese calor, tales como meter la oreja en un vaso con agua o apoyarla en algún lugar frío. He sido objeto de mofa y burla por parte de mis amigos (siempre de buen rollo) por este motivo. Incluso un día uno de ellos me vio llegar con las orejas a punto de estallar (menos mal que no las tengo de soplillo) y me suelta muy alarmado: ¡PERO TÍO, COMO SALES ASI CON ESAS OREJAS!!” Y yo le dije que si a el le parecía bien, me las cortaba y las dejaba en el cuarto de baño a que se enfriaran un poco!! (El tiene el problema de que tiene que salir siempre a la calle con la misma cara y claro, lo pasa mal…angelito!!
Tenemos vida paralelas... Yo también fui comercial de libros a puerta fría! Una de las experiencias profesionales más chungas de mi vida. Y me sentía fatal, porque, como dices, no haces otra cosa que engañar a la gente. Por cierto, que te salté al contestar a los comentarios del post de Ulrike (no sé por qué, la verdad, no fue adrede)... También fuiste teleoperator!!
ResponderEliminarSí que es una putada no tener Mercadona. En el pueblo de al lado del mío van a construir uno y tamos impresionaos!!
Llevas toda la razón, Mercadona es lo mejor, desde que entró en mi vida no la concibo sin Hacendado :)
ResponderEliminarHe descubierto tu blog y me ha encantado.
Por cierto: ¿puertollanense de Puertollano?
Un saludo paisano.
je,je,je, a mí también me pasa lo mismo con las orejillas....creo que es un tema de termorregulación (mal entendida, claro).
ResponderEliminarAcabo de descubrir tu blog desde el de Moli...parece que tenemos bastante en común, además de las orejas y los gustos blogeros, yo también soy una puertollanera desplazada por el mundo....aunque después de varios años lejos me estoy planteando volver...