Y claro, ya que el sábado le íbamos a dar al pescado, el domingo necesitaríamos pasarnos a la carne…y que mejor que sumergirnos también en la gastronomía belga con unas ricas “Carbonnades a la Flamande”. Y aquí pinchamos en hueso, no porque salieran mal, sino porque el carnicero cabrón me dio gato por liebre. Yo le pedí carrilleras de ternera (en Bruselas nos pusieron carrilleras), que es una pieza de carne que me chifla, pero el muy sinvergüenza, en vez de darme carrilleras de ternera, pequeñas, redonditas y jugosas, me dio carrilleras de búfalo (por lo menos), correosas, duras y con más venas y tendones que las piernas de un maratoniano. Fue un fracaso absoluto solo por este aspecto, ya que la salsa con cerveza tostada belga estaba muy rica.
Como estoy solidario, voy a compartir con vosotros ambas recetas, ya que son fáciles y bueno, algo diferente para echarse a la boca. He realizado un bonito y sencillo montaje con imágenes de los ingredientes y os explico en cuatro pasos como se hace. Vamos primero con los “Mejillones al vino blanco”:
- Se lavan y raspan bien los mejillones para quitarles todas las impurezas que tengan y quede la concha bien limpia. Los que estén abiertos o con la concha rota se desechan.
- En una olla de tamaño majo se pone la mantequilla para fundirla. Cuando este fundida echamos la cebolla picada fina y el apio en trozos pequeños, tanto el tallo como las hojas. Pochamos hasta que la cebolla se vuelva más o menos transparente.
- Ponemos los mejillones en la olla y removemos bien 3 o 4 minutos para que se mezcle con la verdura. Veremos cómo empiezan a soltar su jugo y comienzan a abrirse.
- Añadimos 2 vasos (tamaño medio) de vino blanco, 1 hoja de laurel y un pellizco de tomillo. Salpimentamos al gusto.
- Mezclamos y agitamos bien la olla para que todos los mejillones se empapen del caldo que se ha formado.
- Cuando todos los mejillones estén abierto del todo se pueden servir. Los que no se hayan abierto se desechan, ya que puede que estén llenos de tierra.
- Como acompañamiento, imprescindibles las patatas fritas bien crujientes. Para beber, lo que cada uno quiera, pero una cerveza belga es idónea (yo me decanto por una Maes o una Leffe Blonde).
- En una cazuela de tamaño medio-grande se pone aceite para pochar la cebolla. Cuando se haya blanqueado, ponemos la carne partida en trozos más o menos grandes y la doramos doran bien por ambos lados con fuego medio.
- Añadimos la mostaza y mezclamos bien con la carne. Dejamos cocer 10 minutos a fuego lento.
- Añadimos la cerveza (recomiendo la Leffe Brune), sal y pimienta, el laurel y un pellizco de tomillo. Dependiendo del tamaño de los trozos, dejamos cocer unos 20 – 25 minutos.
- Si nos gusta la salsa espesa, se puede añadir un poco de maicena para engordarla.
- Como cualquier plato belga que se precie, se acompaña de patatas fritas y cerveza (en este caso, como el plato es contundente, yo recomendaría alguna suave. La Hoegaarden rubia está muy rica y es muy suave).
Qué cabroncete el carnicero! Pues mira, para Nochebuena vamos a cenar marisco, igual le paso a madre tu receta (que podría hacerlo yo, lo sé... y lo haría, pero ese día no salgo hasta las 8!). Oye, que estoy escuchando al dj ese que me dijiste francés y mola!
ResponderEliminar¡Joder! ¡Qué hambre me está entrando! Sólo de pensar en esos mejillones se me hace la boca agua.
ResponderEliminarGracias por las recetas!!!!!
ResponderEliminarEn mi casa son muy tradicionalistas siempre pavo en noche buena, pero los mejillones los recomendare para la cena de año nuevo ;)!!!