Esto es una puta locura. El tranquilo barrio de Pamplona en el que vivimos se ha convertido en menos que canta un gallo en un vorágine de luces, pitos, sirenas, bocinas, megafonías y músicas machaconas. El bucólico parque que tenemos delante de la terracita de la cocina, escaparate de jóvenes padres y abuelos con crios, biciclistas, deportistas y perros variados, es ahora mismo una vorágine de montañas rusas, norias, patatas asadas, churros y algodón dulce...(me parece oir a Tarzán pegando berridos desde su montaña rusa particular, verde y retorcida, con monos de peluche colgando para darle más ambiente....)...pan pan americanooooooo!!!
Si señores, llegado el mes de julio esta muy noble y leal villa de Pamplona / Iruña se transforma en el paraiso de Baco. El desenfreno se apodera de las calles y plazas de una ciudad que pasa de sus tranquilos 190 mil habitantes habituales a mas de un millón de almas que, en el mejor de los casos, pasean erguidos con sus familias por las calles disfrutando de multitud de actos repartidos por toda la ciudad.
Los que no pasean erguidos es porque están con la cabeza hundida entre la hierba de algún parque, adoptando posturas inverosímiles (según cayeron, así se quedaron) y luciendo ropajes "blancos" que han servido de improvisado lienzo para que algún pintor expresionista utilice el vino como material creativo de retorcidas composiciones con olor a vinagre.
Estos van a ser mis cuartos Sanfermines, los terceros viviendo aquí. Este año los viviremos de manera diferente, porque las atracciones para los crios y las tómbolas las ponen en un parque situado enfrente de nuestro edificio. Además, para llegar al centro tenemos que atravesar el casco viejo, lugar donde las peñas tienen sus sedes y donde se concentra la marcha más "alternativa", marcha que por cierto, me seduce bien poco, la verdad. Posiblemente el hecho de no ser de aqui (ni Ester ni yo) y el no tener una cuadrilla de amigos PTV´s (Pamploneses de Toda la Vida) me hace sentir estas fiestas de una manera en cierto modo particular.
Me jode que los precios de las cosas, de por si muy muy caros, suban hasta cantidades estratosféricas. La ciudad se convierte en un gigantesco botellón donde miles de jóvenes (y no tan jóvenes) hacen lo que no harían nunca en sus ciudades,o al menos de una forma tan evidente: beber hasta lo indecible, vomitar en cualquier sitio, mear sin importar quien esté delante, dejarlo todo extremadamente sucio (menos mal que hay un servicio de limpieza realmente profesional), que un neozelandés o australiano con los ojos colgándole de las órbitas te pegue un empujón al grito de ¡VIVVVA RA FIESSSSHHTAAA! y te ponga perdido de Don Simón con Casera-Cola....
Eso si, la ciudad respira un aire festivo por los cuatro costados y en cada recóndito rincón puedes encontrar un titiritero, un grupo de batukada, guiñoles, magos, saltimbanquis, exposiciones, músicos, charangas, rodeados por un mar de ropajes rojos y blancos, algo realmente imaginable si no estás aqui. Todo el mundo tiene estos días licencia para dejar atrás sus ropas grises y monótonas para sacar del armario la ropa blanca e inmaculada y el "pañuelico" rojo, y anudarselo al cuello en un ritual que el pamplonés espera con ilusión durante 365 días. Conductores de autobus, cajeras de supermercado, directores de sucursal bancaria, carteros, abogados y rateros de tres al cuarto lucen el atuendo de pamplonica (o de navarro, porque este uniforme se repite en las fiestas de todos los pueblos de la region), que tambien han adoptado los inmigrantes, sea cual sea su nacionalidad.
Es la transformación que sufre una ciudad en la que duranto 9 días tiene cabida todo el mundo. Celebra la fiesta más famosa del mundo y los turistas que vienen disfrutan del sol (a veces), de la bebida a granel y de grandes explanadas de cesped donde dormir, ya que en su gran mayoría, no tienen un techo donde meterse. Los hoteles suben sus tarifas hasta el infinito y más allá, intentando sacar cacho y vivir durante 356 días de las rentas de 9 días de julio. Los australianos y neozelandeses matan las horas muertas jugando al rugby en el parque de la Ciudadela mientras algunos borrachuzos se despeñan por las murallas por subirse donde pone que está prohibido hacerlo. Muchos y muchas encontraran durante estos días algun amor veraniego entre los guiris que pululan con el cartón de tinto en las manos, bebiendoselo a palo seco (en mi vida he hecho yo algo así), como los buenos borrachos de antaño.
De los encierros ni hablo porque solo he visto uno y, en mi opinión y dada mi condición de transnochador muy ocasional, no me merece la pena verlo por dos circunstancias que expongo de manera muy breve: como todo el mundo sabe, son a las 8 de la mañana. Esto hace que te tengas que quedar de juerga hasta las 6 para irte cerca del vallado a coger sitio (si es que hay algo) o bien levantarte bien bien temprano para estar desde un buen rato antes de las 7 en el vallado. Como ya habrá un cojón de gente, tienes que arrimarte e intentar buscarte un hueco en la parte baja (que da a una zona muerta que tiene delante otro vallado) para esperar a que lleguen los toros y los mozos y poder disfrutar de las 24 patas de seis morlacos y tropecientos tios en cuestión de 10 segundos. Sinceramente, desde la tele se ve super bien, con diversos puntos de vista, repeticiones, etc. Desde nuestra casa podremos ver casi como lanzan el cohete y, si los arboles del rio no tuvieran hojas, veriamos a los toros subir por la Cuesta de Santo Domingo.
En fin, que ya no queda nada. Esperamos disfrutar en la medida de lo posible de estos días festivos, intentando que los ruidos de las atracciones no le fastidien el sueño a mi pobre Estertxu, que trabaja de noche y es nada elegante despertarte a las 11 de la mañana con el soniquete de un tio....PAN PAN AMERICANOOOOOOO
Si señores, llegado el mes de julio esta muy noble y leal villa de Pamplona / Iruña se transforma en el paraiso de Baco. El desenfreno se apodera de las calles y plazas de una ciudad que pasa de sus tranquilos 190 mil habitantes habituales a mas de un millón de almas que, en el mejor de los casos, pasean erguidos con sus familias por las calles disfrutando de multitud de actos repartidos por toda la ciudad.
Los que no pasean erguidos es porque están con la cabeza hundida entre la hierba de algún parque, adoptando posturas inverosímiles (según cayeron, así se quedaron) y luciendo ropajes "blancos" que han servido de improvisado lienzo para que algún pintor expresionista utilice el vino como material creativo de retorcidas composiciones con olor a vinagre.
Estos van a ser mis cuartos Sanfermines, los terceros viviendo aquí. Este año los viviremos de manera diferente, porque las atracciones para los crios y las tómbolas las ponen en un parque situado enfrente de nuestro edificio. Además, para llegar al centro tenemos que atravesar el casco viejo, lugar donde las peñas tienen sus sedes y donde se concentra la marcha más "alternativa", marcha que por cierto, me seduce bien poco, la verdad. Posiblemente el hecho de no ser de aqui (ni Ester ni yo) y el no tener una cuadrilla de amigos PTV´s (Pamploneses de Toda la Vida) me hace sentir estas fiestas de una manera en cierto modo particular.
Me jode que los precios de las cosas, de por si muy muy caros, suban hasta cantidades estratosféricas. La ciudad se convierte en un gigantesco botellón donde miles de jóvenes (y no tan jóvenes) hacen lo que no harían nunca en sus ciudades,o al menos de una forma tan evidente: beber hasta lo indecible, vomitar en cualquier sitio, mear sin importar quien esté delante, dejarlo todo extremadamente sucio (menos mal que hay un servicio de limpieza realmente profesional), que un neozelandés o australiano con los ojos colgándole de las órbitas te pegue un empujón al grito de ¡VIVVVA RA FIESSSSHHTAAA! y te ponga perdido de Don Simón con Casera-Cola....
Eso si, la ciudad respira un aire festivo por los cuatro costados y en cada recóndito rincón puedes encontrar un titiritero, un grupo de batukada, guiñoles, magos, saltimbanquis, exposiciones, músicos, charangas, rodeados por un mar de ropajes rojos y blancos, algo realmente imaginable si no estás aqui. Todo el mundo tiene estos días licencia para dejar atrás sus ropas grises y monótonas para sacar del armario la ropa blanca e inmaculada y el "pañuelico" rojo, y anudarselo al cuello en un ritual que el pamplonés espera con ilusión durante 365 días. Conductores de autobus, cajeras de supermercado, directores de sucursal bancaria, carteros, abogados y rateros de tres al cuarto lucen el atuendo de pamplonica (o de navarro, porque este uniforme se repite en las fiestas de todos los pueblos de la region), que tambien han adoptado los inmigrantes, sea cual sea su nacionalidad.
Es la transformación que sufre una ciudad en la que duranto 9 días tiene cabida todo el mundo. Celebra la fiesta más famosa del mundo y los turistas que vienen disfrutan del sol (a veces), de la bebida a granel y de grandes explanadas de cesped donde dormir, ya que en su gran mayoría, no tienen un techo donde meterse. Los hoteles suben sus tarifas hasta el infinito y más allá, intentando sacar cacho y vivir durante 356 días de las rentas de 9 días de julio. Los australianos y neozelandeses matan las horas muertas jugando al rugby en el parque de la Ciudadela mientras algunos borrachuzos se despeñan por las murallas por subirse donde pone que está prohibido hacerlo. Muchos y muchas encontraran durante estos días algun amor veraniego entre los guiris que pululan con el cartón de tinto en las manos, bebiendoselo a palo seco (en mi vida he hecho yo algo así), como los buenos borrachos de antaño.
De los encierros ni hablo porque solo he visto uno y, en mi opinión y dada mi condición de transnochador muy ocasional, no me merece la pena verlo por dos circunstancias que expongo de manera muy breve: como todo el mundo sabe, son a las 8 de la mañana. Esto hace que te tengas que quedar de juerga hasta las 6 para irte cerca del vallado a coger sitio (si es que hay algo) o bien levantarte bien bien temprano para estar desde un buen rato antes de las 7 en el vallado. Como ya habrá un cojón de gente, tienes que arrimarte e intentar buscarte un hueco en la parte baja (que da a una zona muerta que tiene delante otro vallado) para esperar a que lleguen los toros y los mozos y poder disfrutar de las 24 patas de seis morlacos y tropecientos tios en cuestión de 10 segundos. Sinceramente, desde la tele se ve super bien, con diversos puntos de vista, repeticiones, etc. Desde nuestra casa podremos ver casi como lanzan el cohete y, si los arboles del rio no tuvieran hojas, veriamos a los toros subir por la Cuesta de Santo Domingo.
En fin, que ya no queda nada. Esperamos disfrutar en la medida de lo posible de estos días festivos, intentando que los ruidos de las atracciones no le fastidien el sueño a mi pobre Estertxu, que trabaja de noche y es nada elegante despertarte a las 11 de la mañana con el soniquete de un tio....PAN PAN AMERICANOOOOOOO
Que conste que a pesar de lo poco que he podido dormir hoy, las fiestas no pintan mal.... será que soy de por aqui cerca...
ResponderEliminarjejejjee madre mía!! eso es toda una locura...yo fui hace un par de años, y nos quedamos en un camping cerca de pamplona, la primera noche nos kedamos allí con unos guiris, y la siguiente fuimos a pamplona, donde llegamos a ver el encierro, (las patas de los toros...) y sinceramente, he de dcir que me lo pasé muchísimo mejor la primera noche, por que hay demasiada gente. Yo soy de donosti pero comprenderás que yo tampoco lo vivo con demasiada ilusión XD
ResponderEliminarSí, sí, muchos guiris encontrarán estos días algún amor veraniego.... o algún traumatismo craneoencefálico, por lo que cuentas!!!
ResponderEliminarDios mío, esa foto.... eso no es Pamplona, eso es Sodoma y Gomorraaaaa!!!! (espero que usen justamente eso: "gomorra", porque si no al guno se va a llevar el traumatismo y algún que otro churumbel pa casa...).
Paciencia y un abrazo solidario!!!
aquí una que sufre el orgullo gay en chueca. mis condolencias.
ResponderEliminarLo siento por los vecinos de Pamplona, pero pasa lo mismo en todas la fiestas.Habrá que aguantar pensando que es una semana y la gente necesita una válvula de escape.Un saludo desde Bilbao.
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