Creo que sería alguna mañana de sabado o domingo, en las cuales tenía algo más de tiempo para ir a leer la prensa despues de desayunar....desayunar a toda pastilla para ser el primero en coger el MARCA, claro está. Me sorprendió ver una cara no conocida en la sala de prensa, y más aún cuando ya llevabamos un par de meses de curso. Curioso que soy, le pregunté que de donde era. Ella, sin levantar mucho la cabeza de su lectura dijo un escueto "de Logroño".
Comenzamos a coincidir de una manera algo más habitual en su "hogar" dentro de la Residencia de Estudiantes en la que viviamos, ya que uno de mis compañeros de habitación andaba detrás de una de las chicas del Hogar 2. En noches de sala de TV empezamos a hablar de las cosas más peregrinas: pues a mi me encantan los pimientos del Piquillo rellenos que hace mi madre, pues yo soy un enamorado de Africa y de los animales, pues yo toco la guitarra, a mi me gusta el ron con cola, yo estudio teleco, yo Bellas Artes...
Poco a poco se fue fraguando una buena amistad basada en largos ratos de conversación, gustos comunes y muchas tontunas. El curso fue llegando a su fin y con el, el emplazamiento a volver a vernos despues del verano. Octubre llegó más o menos pronto y ese año, el tercero para mi en Cuenca, me adjudicaron una habitación individual en la residencia. Todo contento, me instale en mi pequeño reducto de paz e intimidad y me dispuse a mandarle un SMS para saber que día llegaría ella. El impacto de conocer, vía SMS, que no le había ido bien en la carrera y que la dejaba, quedándose en Logroño, me dejó chafado por completo. Perdía a la que había sido mi mejor amiga dentro de la residencia. Tenía muchos amigos y conocidos en Cuenca, pero ella había sido la persona con la que más confianza había tenido, la que mejor me entendía y a la que le había cogido un cariño especial.
En las residencias de estudiantes se conoce a mucha gente. Con unos coges más confianza que con otros, y el coincidir más años no tiene que significar precisamente que la relación sea más estrecha. Por ello, a pesar de que Ester y yo solo coincidimos durante apenas 8 meses en la residencia, se creo un vinculo emocional que hizo que mantuvieramos el contacto a través de cartas. Ya estabamos en plena era digital y ambos teníamos correo electrónico, pero empezamos a cartearnos con asiduidad. Así, la sorpresa era mayor cuando abria el buzón de mi casa y encontraba un carta con matasellos de Logroño y el famoso cierre con lacre verde que ella solía utilizar. En las cartas nos contábamos que tal nos iba la vida y seguíamos con las tontunas que tanto nos hacían reir. Así fueron pasando los años, concretamente cinco. En ese tiempo hice muchas cosas: me fui a Letonia con una beca Erasmus, terminé la carrera, me fui a Madrid a estudiar diseño gráfico, empecé una relación en la distancia con una chica levantina, me fui a Toledo a trabajar, etc.
Durante todo este tiempo, nuestra relación epistolar seguía con mayor o menor asiduidad. De vez en cuando nos llamabamos por telefono, sobre todo para felicitarnos por nuestros cumpleaños. A pesar de la buena relación que nos unía, las conversaciones telefónicas se me hacían un tanto extrañas y la vergüenza al hablar se apoderaba de mi de una manera que solo me pasaba con ella. No tenía ningún sentido esa vergüenza, puesto que eramos muy amigos. En muchas ocasiones, en ratos en los que me sentía un poco solo, pensaba que me gustaría tenerla más cerca para poder hablar con ella como cuando viviamos juntos en la residencia.
Un buen día, cuando quizá nuestra relación se había enfriado un poco (cosas del paso del tiempo y la distancia), me llegaron noticias suyas acerca de una entrevista de trabajo en Madrid. Ella no sabía que yo ya no vivia en la capital, puesto que había encontrado trabajo en Toledo. Aún así, quedamos en pasar la tarde en Madrid y recordar viejos tiempos. Cuando la vi en la estación de Atocha, me encontré con otra Ester diferente a la que yo recordaba. Había cambiado su aspecto, su corte de pelo...algo había cambiado en ella que hizo que, casi de inmediato, mi sentimiento de "amistad" desapareciera de un plumazo. Pasamos un tarde de charla y merienda por Madrid que acabó con una despedida en la estación de autobuses un tanto fría, pero no por que nuestra relación se hubiera enfriado, sino porque ninguno de los dos nos atrevimos a dar el paso que va de la simple amistad a ese "algo más que amigos".
Despues de este reencuentro nada fue como antes. En mi cabeza ya solamente existía Ester. En una sola tarde había vuelto a reencontrarme con el bienestar, las risas, el buen rollo y el cariño de una chica sencilla, inteligente y campechana, con la que compartía gustos y aficiones. Comenzó un intercambio de mensajes que nos emplazó a un reencuentro con invitación mediante a Logroño, para disfrutar de las fiestas de San Mateo. Allí me planté ni corto ni perezoso, con muchas ganas de volver a verla. Cuando el autobús llegó a la estación, allí estaba ella, esperándome. Sin pensármelo dos veces, puse un pie en tierra y le dí un besazo en los morros, el primero de aquel año y de aquel día, 23 de septiembre de 2005. Ya han pasado cinco años desde aquel día, con una relación de 600 km durante dos años, larga y dura, viéndonos con suerte una vez cada mes y medio. Hace ya casi tres años, petate al hombro, cuarenta duros, mucha ilusión y billete solo de ida hacia Pamplona, con la intención de buscar una suerte que se empeñaba en darme de lado.
Ester ha sido mi gran amiga y el mejor apoyo en los duros momentos por los que he pasado. Ella fue la que me animó a dar un giro radical a mi vida para no caer en la desesperación, el tedio y la monotonía. Hoy soy un chaval feliz, con proyectos de futuro, con un mismo techo que nos cubre y con la ilusión de ese primer día en Logroño. La gata Irati es testigo directo de nuestra complicidad, nuestra ilusión y nuestras risas diarias, y lo será por mucho tiempo. Tambien será la primera en ver algún día nuestra propia casa, nuestros hijos y todos nuestros sueños cumplidos.
Gracias por estos cinco años de amistad, cariño y comprensión. Sabes lo importante que eres para mi y por ello te merecias una entrada en este cuaderno que relata mi vida a grandes retazos.
Gracias por ser una parte tan importante en mi vida. GRACIAS
Comenzamos a coincidir de una manera algo más habitual en su "hogar" dentro de la Residencia de Estudiantes en la que viviamos, ya que uno de mis compañeros de habitación andaba detrás de una de las chicas del Hogar 2. En noches de sala de TV empezamos a hablar de las cosas más peregrinas: pues a mi me encantan los pimientos del Piquillo rellenos que hace mi madre, pues yo soy un enamorado de Africa y de los animales, pues yo toco la guitarra, a mi me gusta el ron con cola, yo estudio teleco, yo Bellas Artes...
Poco a poco se fue fraguando una buena amistad basada en largos ratos de conversación, gustos comunes y muchas tontunas. El curso fue llegando a su fin y con el, el emplazamiento a volver a vernos despues del verano. Octubre llegó más o menos pronto y ese año, el tercero para mi en Cuenca, me adjudicaron una habitación individual en la residencia. Todo contento, me instale en mi pequeño reducto de paz e intimidad y me dispuse a mandarle un SMS para saber que día llegaría ella. El impacto de conocer, vía SMS, que no le había ido bien en la carrera y que la dejaba, quedándose en Logroño, me dejó chafado por completo. Perdía a la que había sido mi mejor amiga dentro de la residencia. Tenía muchos amigos y conocidos en Cuenca, pero ella había sido la persona con la que más confianza había tenido, la que mejor me entendía y a la que le había cogido un cariño especial.
En las residencias de estudiantes se conoce a mucha gente. Con unos coges más confianza que con otros, y el coincidir más años no tiene que significar precisamente que la relación sea más estrecha. Por ello, a pesar de que Ester y yo solo coincidimos durante apenas 8 meses en la residencia, se creo un vinculo emocional que hizo que mantuvieramos el contacto a través de cartas. Ya estabamos en plena era digital y ambos teníamos correo electrónico, pero empezamos a cartearnos con asiduidad. Así, la sorpresa era mayor cuando abria el buzón de mi casa y encontraba un carta con matasellos de Logroño y el famoso cierre con lacre verde que ella solía utilizar. En las cartas nos contábamos que tal nos iba la vida y seguíamos con las tontunas que tanto nos hacían reir. Así fueron pasando los años, concretamente cinco. En ese tiempo hice muchas cosas: me fui a Letonia con una beca Erasmus, terminé la carrera, me fui a Madrid a estudiar diseño gráfico, empecé una relación en la distancia con una chica levantina, me fui a Toledo a trabajar, etc.
Durante todo este tiempo, nuestra relación epistolar seguía con mayor o menor asiduidad. De vez en cuando nos llamabamos por telefono, sobre todo para felicitarnos por nuestros cumpleaños. A pesar de la buena relación que nos unía, las conversaciones telefónicas se me hacían un tanto extrañas y la vergüenza al hablar se apoderaba de mi de una manera que solo me pasaba con ella. No tenía ningún sentido esa vergüenza, puesto que eramos muy amigos. En muchas ocasiones, en ratos en los que me sentía un poco solo, pensaba que me gustaría tenerla más cerca para poder hablar con ella como cuando viviamos juntos en la residencia.
Un buen día, cuando quizá nuestra relación se había enfriado un poco (cosas del paso del tiempo y la distancia), me llegaron noticias suyas acerca de una entrevista de trabajo en Madrid. Ella no sabía que yo ya no vivia en la capital, puesto que había encontrado trabajo en Toledo. Aún así, quedamos en pasar la tarde en Madrid y recordar viejos tiempos. Cuando la vi en la estación de Atocha, me encontré con otra Ester diferente a la que yo recordaba. Había cambiado su aspecto, su corte de pelo...algo había cambiado en ella que hizo que, casi de inmediato, mi sentimiento de "amistad" desapareciera de un plumazo. Pasamos un tarde de charla y merienda por Madrid que acabó con una despedida en la estación de autobuses un tanto fría, pero no por que nuestra relación se hubiera enfriado, sino porque ninguno de los dos nos atrevimos a dar el paso que va de la simple amistad a ese "algo más que amigos".
Despues de este reencuentro nada fue como antes. En mi cabeza ya solamente existía Ester. En una sola tarde había vuelto a reencontrarme con el bienestar, las risas, el buen rollo y el cariño de una chica sencilla, inteligente y campechana, con la que compartía gustos y aficiones. Comenzó un intercambio de mensajes que nos emplazó a un reencuentro con invitación mediante a Logroño, para disfrutar de las fiestas de San Mateo. Allí me planté ni corto ni perezoso, con muchas ganas de volver a verla. Cuando el autobús llegó a la estación, allí estaba ella, esperándome. Sin pensármelo dos veces, puse un pie en tierra y le dí un besazo en los morros, el primero de aquel año y de aquel día, 23 de septiembre de 2005. Ya han pasado cinco años desde aquel día, con una relación de 600 km durante dos años, larga y dura, viéndonos con suerte una vez cada mes y medio. Hace ya casi tres años, petate al hombro, cuarenta duros, mucha ilusión y billete solo de ida hacia Pamplona, con la intención de buscar una suerte que se empeñaba en darme de lado.
Ester ha sido mi gran amiga y el mejor apoyo en los duros momentos por los que he pasado. Ella fue la que me animó a dar un giro radical a mi vida para no caer en la desesperación, el tedio y la monotonía. Hoy soy un chaval feliz, con proyectos de futuro, con un mismo techo que nos cubre y con la ilusión de ese primer día en Logroño. La gata Irati es testigo directo de nuestra complicidad, nuestra ilusión y nuestras risas diarias, y lo será por mucho tiempo. Tambien será la primera en ver algún día nuestra propia casa, nuestros hijos y todos nuestros sueños cumplidos.
Gracias por estos cinco años de amistad, cariño y comprensión. Sabes lo importante que eres para mi y por ello te merecias una entrada en este cuaderno que relata mi vida a grandes retazos.
Gracias por ser una parte tan importante en mi vida. GRACIAS
Preciosa historia, y como duele la distancia..Un bonito final. Me ha encantado, espero que os dure una eternidad¡¡ Un abrazo.
ResponderEliminarYa sé que es muy típico, pero ¡qué bonito es el amor! Me encanta leer historias como la vuestra, me alegran el día. Espero que la vida siempre os sonría.
ResponderEliminarSaludos
Aunque he conocido cada uno de esos pasos, tengo que reconocer que es muy bonito poderlo leer.
ResponderEliminarEso si la proxima vez diselo directamente a ella, más que nada por que a los demás nos hundes en fango y las respectivas quieren que nos apliquemos el cuento. FELIZ ANIVERSARIO para los 2. Besos.
Ehhh, qué historia tan bonita, llorando la tendrás con el moco colgando, ays, el amor...
ResponderEliminarBesos
Ole, ole y ole...Don Juan Tenorio a tu lado es el Yoyas... es la carta de amor más bonita que jamás he leido....
ResponderEliminaraayyyyyyyy¡¡¡¡ si es que me paro a pensar en todo lo que hemos pasado en 5 años....
ResponderEliminarGracias por el post, pero sobre todo gracias por hacer realidad el sueño que yo tenía en Cuenca: Tú.
Dios mío que me he emocionado!!
ResponderEliminarSuper bonita la historia, super bonita la manera de contarlo... Aiiish!!
Un besazo para los dos!!
Qué bonito!!! Me alegro que ese amor haya triunfado!
ResponderEliminarMuchas felicidades!!!
ResponderEliminarPreciosa la historia... Yo también me he emocionado. :-) Gracias al Destino que os hizo conoceros. Sois 2 soles y os merecéis lo mejor!
ResponderEliminarNo soy original, me ha emocionado hasta las lágrimas ... y ya es la segunda vez que me emociono así leyendo algo tuyo!
ResponderEliminarY quien eres, Anónimo? Que es lo otro que has leído que te haya emocionado??
EliminarLo de tu mami ...
EliminarEs que mi madre...era mucha madre! Y si lees lo de mi hermano, termino de chafarte el día! Pero los sentimientos son así! Me alegra que te guste, amigo/a Anónimo! Es un placer que mis textos lleguen a la gente, me llena de orgullo!
EliminarQue os dure una eternidad!
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