Pasea por el salón, de manera tranquila, pausada. Parece que piensa en sus cosas, que deben ser muchas y muy variadas. Se da una vuelta por la cocina, que en ese momento está solitaria, aún con el olor de la comida que hace escaso minutos alguien han terminado de preparar. Curry y especias... suelen acompañar al pollo. Y encima es sábado. Día de mercado y de paseo matutino por lo viejo. Algún pintxo en la Estafeta o San Nicolás. Posiblemente un par de fritos de pimiento y roquefort en el Bar Roche, con dos zuritos de cerveza.
Se oye un "pop" y un tapón de corcho cae rebotando al suelo. No alcanza a ver la botella, pero por el olor del corcho aún húmedo le vienen notas frescas y afrutadas: blanco Chardonnay, posiblemente de la bodega Castillo de Monjardín. Ahora entiende la alternancia de vinos, un día blanco y al siguiente rosado. Pocos tintos, a excepción de uno italiano, "moscato dolce e frizzante", rojo oscuro, casi sangre...si claro, escucho algo de "Sangue de Giuda" y 9 euros..bah, un capricho pasajero.
Se percata de que no puede perder más tiempo. Ya va entendiendo a la perfección la técnica de distracción del corcho, pero esta vez no ha caído en la trampa. Da una vuelta de reconocimiento alrededor de la mesa, situando visualmente los objetos que quedan al alcance de sus escasos 20 centímetros de altura. Tiene que intentar calcular las dimensiones de los objetos que hay encima de la mesa, ya que no sería la primera vez que se encuentra con alguna caja, bote o papeles que le dan un buen susto al aterrizar sobre una superficie poco estable. Aún recuerda aquella vez que dio un salto para subir a la encimera de la cocina sin percatarse de que la bandeja con el tostador aún estaban allí encima. Se lo pasó en grande deslizándose encima de la bandeja a toda velocidad por la encimera para luego dar un super salto en plan "trineo" y caer al suelo estrepitosamente con la bandeja, el tostador, las miguitas negras de las tostadas "requemadas" (porque siempre se le quemarán las tostadas a este muchacho??), servilletas, etc.
Por fin localiza un hueco lo "suficientemente" amplio para subir. De un elegante y plástico salto se encarama de forma silenciosa a la mesa, haciendo una teatral, sorprendente e inesperada aparición, que provoca risas, chanzas y halagos por parte de los comensales. Poniendo su mejor cara (puro teatro) se pasea timidamente por un extremo de la mesa, olisqueando de manera disimulada los efluvios del Chardonnay y admirando los tonos pajizos y brillantes del caldo, posiblemente cosecha del 2010. Al mismo tiempo, abre un poco más las fosas nasales de su rojiza nariz y capta las notas suaves pero intensas de la albahaca y el aceite de oliva navarro, que condimentan y dan color a una ensalada "Caprese", con tomate en rodajas y queso mozarella fresco. El queso no le interesa, ("eso es para los ratones, no es lo mio... en todo caso me interesarían más los ratones, pero aún no he conocido a ninguno en persona. Será cierto lo de la tersura y sabor de su carne?"), y las verduras tampoco son su fuerte, exceptuando unas judias verdes cocidas que probó un día y las cascaras de las patatas, que le hacen mucha gracia, sobre todo para jugar.
Su objetivo se encuentra un poco más alejado, pero no demasiado lejos de su alcance: contramuslos de pollo especiado al horno con salsa de miel y curry, acompañado de patatas panadera con un toque de vino blanco. "Huele que alimenta, estos chicos tienen buena mano con las artes culinarias" piensa ella. Analiza los "obstáculos" que se interponen entre ella y el plato con los manjares, calculando el grado de estiramiento que debe hacer con su pata delantera derecha. Evidentemente, no puede ir directamente a por el pollo, puesto que sería muy evidente y le pondrían delante la botella de Chardonnay, alguna copa, la barra de pan y lo que hiciera falta con tal de proteger su pitanza. Decide hacer un movimiento en falso y abalanzarse sobre la mozzarella que queda en el plato. Su treta surte efecto puesto que ambos comensales lanzan sus manos hacia el plato para protegerlo de sus oscuras intenciones, al mismo tiempo que ella recula, realiza un quiebro que ni Cristiano Ronaldo y se hace con una buena tajada de sabroso pollo, enganchándolo con sus afiladas zarpas para llevárselo inmediatamente a la boca y batirse en veloz retirada.
Su felino cerebro tiene que pensar rápido, como si fuera un leopardo con una gacela al que persiguen las hienas o los mandriles. El trozo de pollo, de considerables dimensiones (ya que se arriesga no va a contentarse con el trozo más pequeño, joder. Las cosas, si se hacen, se hacen bien.) le obstaculiza un poco los movimientos, con lo cual decide irse al otro extremo del salón y ocultarse entre los dos sofás, debajo de la mesa. Intenta despiezar a la presa rápidamente para engullirla, entera si hiciera falta, antes de que le echen el guante. A los pocos segundos, después de una alocada carrera y profiriendo insultos dirigidos a su felina identidad (putagatadeloscojones y cosas peores), nota una mano que la engancha del cuello con las perversas intenciones de recuperar parte del pollo substraído. En ese momento recuerda el eslogan de una conocida marca de telefonía móvil y decido hacerlo mio: ES MI MOMENTO, NO ES VODAFONE, ES POLLO AL CURRY Y ES MIO!! Toma todo el aire que el trozo de pollo le permite, echa las orejas hacia atrás, endurece todo el cuerpo y lanza un ¡¡GROOOOOAAAAARRRRR!! (rugido) que hace el fulano pegue un brinco del susto que se lleva y decida que el ya ha comido bastante, que con los pintxos del vermú, la ensalada y tal, tampoco tenía mucha hambre...
Sientiendose triunfadora, recupera su pollo y se va disfrutarlo a la soleada terraza dando un alegre trotecito con el rabo tieso, feliz y contenta...sabiendo que ha oído algo así como "y para el domingo, un buen pescado a la plancha!!)
PD: Es una golfa sin remedio, pero hace un par de noches, cuando murió la abuela de Ester, ella se estuvo TODA la noche a su lado en la almohada o cerca de ella, quizá intuyendo que Ester estaba nerviosa porque esperaba algún tipo de noticia no demasiado buena. ¿Casualidad? No lo sabemos, pero ahí queda eso...
Jaja, qué cabrona! Pero, total, una vez robado, aunque tengas hambras, no se lo vas a quitar ya, no? Después de pasar por la boca del gato, el suelo y demás no es plan!
ResponderEliminarMis condolencias a Ester. Ánimo!
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ResponderEliminarEdith, un día que mamy se la dejó en la cocina sin darse cuenta, alcanzó para ambas unas codornices de tiro que tenía mamy en la encimera decongelándose para un arroz brut y nos las zampamos las dos alegremente...
ResponderEliminarMenudo susto se llevó mamy por los huesecillos, que tonta mamy, ¡¡¡Ni que nos hubiéramos hecho carnívoros ayer!!!
Chiquillo, valías para redactor de "El hombre y la tierra". Qué forma tan detallada de contar las aventuras de Irati!!
ResponderEliminarBesos.